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sábado, 13 de febrero de 2021

SIN MAQUILLAJE.

 


ENRIQUE DI BAGGIO

SIN AUTOR NO HAY OBRA.
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Salió del teatro donde actuaba por una puerta lateral...Se fue solo,  apenas se despidió de sus compañeros y desapareció. 
La luna lo seguía vigilante en esa noche fría, ella sabía que su corazón estaba roto, roto una vez más,  y quería iluminar su camino. Siendo actor no entendía que también en la vida el show debe continuar...Se ponía el maquillaje y este a veces se caía por su indisimulable dolor. 
Entro al pub de siempre donde era un conocido desconocido. Algunas cervezas, el mismo rincón y esa música de QUEEN que hablaba de la soledad pero también de un nuevo encuentro que podía esperarlo a la vuelta de la esquina. Ella lo estaba observando como cada noche. Desde la caja del lugar sentía que tenía ganas de sentarse con él y acompañarlo. 
Pero en su tristeza, no la veía, no lo percibía. La gente eran sombras que pasaban a su lado.
Al día siguiente subía al escenario y representaba su papel y los aplausos le otorgaban una brisa feliz a su corazón. Ya era primavera y el frío iba desapareciendo. Entro como siempre a ese pub pero ese día... ¡Ese día la vio! . 
Como no la había visto antes. La vuelta de la esquina estaba allí. La espero a la salida de su trabajo y comprendió rápidamente que ella parecía conocerlo desde siempre. La angustia de la soledad le había ocultado esa bella mujer que cada noche lo acompañaba sin estar a su lado. Volvió a sentir. La piel suave de ella se paseaba con la suya. Los besos y las caricias. La noche soñada llena de orgasmos y gemidos. Las bocas tocaban todos los lugares de placer. ¡Ella vio las estrellas! Fueron meses de mirarlo y comprenderlo sin hablar. 
Ahora sí lo entendió.

Abajo del escenario el show también debe continuar porque como en el teatro cada día es una nueva actuación. Con argumentos similares pero con sentimientos distintos.

 El destino le demostró que cada día no es igual al otro y en minutos la soledad se puede transformar. Siguieron haciendo el amor noche tras noche. Con funciones sin tiempo ni límites. 
La luna ya no lo acompañaba para iluminar su camino, solo observaba a este solitario que volvió a creer en el amor sin tener que usar maquillaje. 

sábado, 25 de abril de 2020

SI ALGO CALLÉ ES PORQUE ENTENDÍ TODO


ENRIQUE DI BAGGIO
Sin autor no hay obra.

Mirando las estrellas él sentía el universo. Allí depositaba sus pensamientos como si fueran un tesoro. Sabía que desde allí llegarían al lugar buscado...A ella, que dejo ir porque callarse a veces es más cómodo. Ahogado por esa comodidad sentía que ese momento de conexión le daba el aire que le faltaba. 
A veces se calla para que el amor no cambie de nombre. 
También se corre el riesgo de perder lo que queremos. 
Pero allí estaba el universo al cual le contaba lo que pasaba por su mente...Y el inmenso lo escuchaba, sabía que no podía olvidarla.
En complicidad con la memoria  le devolvía imágenes. 
Aquellas charlas, aquellas caminatas, El amor después de amarse., Quedándose abrazados sin tiempo. Esas pieles se buscaban, esas bocas no paraban de besarse y los cuerpos excitados y acompasados disfrutaban el placer. 
Todo estaba allí, en la inmensidad, detrás de las estrellas. 
En la reflexión sabía que había callado lo que sentía porque entendió todo y dio paso a la comodidad de no luchar. De aceptar. 
Le quedan los recuerdos que aparecen en cualquier momento y lugar.  Esa noche se tomo su tiempo observando el cielo estrellado para darse un tiempo de tenerla sin que nadie, solo ella, se entere. 
Los amores imposibles se van de cualquier lado menos del corazón de quien recuerda lo vivido. 
Lo que no fue está vivo y quien sabe algún día se materialice en nuevos abrazos, esos abrazos tan añorados.


domingo, 1 de marzo de 2020

LA OPERA VIVE ELLA

AUTOR>  ENRIQUE DI BAGGIO

La amaba desde siempre. Crecieron juntos en el pueblo de Orange dentro de la Provenza francesa. A ella Dios le había dado una voz excepcional consagrada en aquel festival de la ciudad de Avignon cuando era solo una niña. Él, de apenas 12 años, aún recuerda haber llorado de emoción escuchando a su amiga consagrarse.

Siguieron su camino cerca muy cerca uno del otro.La escultura lo atrapó a él y se convirtió también en un artista consagrado en el sur de Francia
Una noche al término de un concierto de ella en Nimes fueron a festejar en soledad . Pero esa noche no era igual a otras, se miraban distinto y sus manos se rozaron casi como acariciándose
El vino hizo sincerar sentimientos y se besaron apasionadamente por primera vez en la larga historia juntos. Dejaron de verse como amigos y bajo la luna de Orange caminaron hacia la posada.

Las palabras dejaron paso a las caricias y al encuentro de esos cuerpos que crecieron juntos. En esa habitación terminaba una amistad y empezaba un gran amor. Un amor agazapado que mostraba en el vaivén de esos cuerpos llenos de pasión que había llegado para quedarse. En cada orgasmo, el universo. Eran pieles hechas para sentirse. Era un encuentro genial de dos artistas que crecieron con los mismos valores y en una misma escenografía. Solo faltaba que el amor pegara el salto y se mostrara.Y allí estaba pleno, pasional.
Apoyado en la baranda del balcón fumaba un cigarrillo y la observaba  mientras ella dormía.Luces  y sombras de la noche mostraban su rostro y solo la miraba...En un momento, lo jura, sintió que esa voz única cantaba otra vez. Sí, estaba dormida, pero él más que nadie la conoce y sabe que la ópera vive en ella, única e irrepetible, la mujer de su vida.

viernes, 14 de febrero de 2020

TE EXTRAÑARÈ.

TE EXTRAÑARÈ.
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ENRIQUE DI BAGGIO- 
Sin autor no hay obra.
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No podían dejar de abrazarse. La luna colaba su luz a través de la ventana e iluminaba con luces y sombras esos cuerpos que se habían amado hasta hace un instante nomas. 
La ciudad de Londres  dormía y una llovizna persistente la mojaba. 
Los orgasmos de esa noche, los besos llenos de amor, las caricias que recorrían los cuerpos acompañando lenguas inquietas que tenían destinos ciertos.
Todo, todo era más intenso que otra veces. Porque debían despedirse por un tiempo. La beca que él tanto esperaba lo alejaría casi un año de ella. En su Génova natal, la ciudad donde ambos se habían criado estudiaría para volver más preparado. Ella debería cuidar el negocio de artesanías que tenían en Paddington.
Es difícil dejar de amanecer juntos...Es difícil alejarse. 
Una canción de Los Beatles , hablaba por él justamente allí en ese lugar donde habían nacido estos genios de la música.
" Te escribiré todos los días...Y te enviaré todo mi amor. Fingiré que estoy besando esos labios que tanto extraño, y espero que mis sueños se hagan realidad"
Las ausencias se curan con presencia...El tiempo pasa rápido y cuando el vuelva.Los besos, las caricias y los orgasmos volverán suceder. Como ahora, como siempre. 
La imagen puede contener: una o varias personas y personas sentadas


martes, 19 de noviembre de 2019

ESTAMOS TEMBLANDO



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ESTAMOS TEMBLANDO
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ENRIQUE DI BAGGIO
Sin autor no hay obra.
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En aquella reunión otra vez se encontraron. El mismo motivo, la misma escenografía. Otra luna y ellos unos años más. 
Habían dejado pasar la oportunidad.
La atracción que habían sentido apenas se saludaron continúo en una caminata frente al mar... Contuvieron las ganas de escribir sobre la arena el comienzo de una historia que nunca sabremos adonde los llevaría. 
Ella ya no estaba sola pero al verse recordaron algo que nunca habían olvidado.Y no es un juego de palabras.
El recuerdo tapado, momentáneamente, por la realidades emergió porque siempre estuvo allí. 
Cada momento, cada instante de aquella noche donde escondieron el amor fue detallada en palabras.
No siempre la vida brinda otra oportunidad.
Una reunión con el mismo motivo, una escenografía igual, una luna distinta pero brillante. Hicieron lo mismo que aquella vez. Caminaron por la orilla del mar...Y él dijo: ¡Estamos temblando!, ¡Como aquella noche, agregó ella ! El final fue distinto, nada de cobardías.
Las lenguas se cruzaron como si los años le hubieran dado más calidez. Los besos estallaron y sin pensar ni detenerse pasaron la noche juntos entre orgasmos y placer. 
Ya no serían recuerdos, tenían el presente en cada caricia.A veces las cosas suceden cuando tienen que suceder.
A veces la vida nos da otra oportunidad...Con otra luna, pero esta, parecía más brillante. 

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sábado, 31 de agosto de 2019

SI PUDIÈRAMOS VOLVER EL TIEMPO ATRÀS


ENRIQUE DI BAGGIO 

SIN AUTOR NO HAY OBRA. 

Los recuerdos la envolvían como el olor a Romero de Los  jardines...Observaba desde las terrazas del "Monastero Santa Rosa" situado entre Amalfi y Positano en la  costa Amalfitana. Con ese paisaje increíble de aquello que fue un Monasterio donde las monjas cultivan la huerta en sus terrazas y hoy  convertido en hotel y Spa lleno de aquellas costumbres, conservando olores y colores. 
Siempre habían elegido ese lugar para vivir su amor en  vacaciones. En algunas de esas habitaciones explotaron en orgasmos y se besaron con esos besos que te dejan sin aliento. Cuando anochecía la luna pintaba de otros colores el lugar y ellos hacían el amor con cuerpos que iban y venían mientras la brisa del mar acompañaba los movimientos. ¡Ella todo lo recordaba! ¡Quisiera volver el tiempo atrás! Cuando el principio era el comienzo, cuando él estaba a su lado.
Pero hoy sabe que es imposible, lo dejo ir y no volverá. 
Sentada en los jardines pasaron las horas y su cabeza solo pensaba en lo que podía haber sido si todavía estuvieran juntos. 
La historia ya era historia y estaba allí...Junto al espíritu de aquellas monjas del monasterio que dejaron su legado a pesar del lujo y la modernidad.
Ella siente lo mismo.Que nada será igual y lo que vendrá tendrá siempre los aromas de aquel amor, igual que los jardines que  huelen a Romero recuerdan a las hermanas habitantes.
Se puede seguir adelante y convertir tu vida en un hotel de lujo, pero los olores, los gustos, lo visto, lo tocado y las palabras y melodías oídas están guardadas en nuestros sentidos para siempre. 

Monastero Santa Rosa Hotel & Spa a vista de pájaro


sábado, 6 de julio de 2019

EN EL CENTRO DEL EPIDAURO

AUTOR: ENRIQUE DI BAGGIO

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Era el día soñado. Había sido convocado en Atenas a dirigir un concierto de la Orquesta Sinfónica en el teatro El Epidauro, al aire libre. Escenario de las grandes tragedias griegas...Allí donde textos de Sófocles, Eurípides o Aristófanes cobraron vida. 
¡Sí allí mismo, en el Centro del Epidauro! 
Los movimientos de sus manos daban órdenes a violines, pianos...Cada partitura de la quinta sinfonía de Bethovenn la vivía intensamente. Con los cinco sentidos. Era su consagración y allí  estaba ella... Con los acordes suaves haciendo caso a su director, a su amor, acariciaba su violín.  Su amor incondicional. Sus ojos azules parecían más azules en ese atardecer ateniense y sobresalían detrás del instrumento.  
El arte brillaba por los poros de estos dos que se amaban. 
El aplauso final...La aclamación unánime...Y el beso que los unió ante tanta inmensidad. 
Esa noche buscaron más que nunca estar solos. Desde la ventana del hotel, se divisaba las luces de la Acrópolis iluminada...Con una copa de Cogñac en las manos  brindaron por lo vivido...Y se besaron como siempre pero de distintas formas. Siempre era así besos distintos pero intensos, sentidos. 
La cama compartida fue testigo de gemidos de placer por esos cuerpos que parecían hechos a medida uno del otro...Movimientos naturales con orgasmos que parecían emitir notas musicales ... De esas notas que nos estremecen el corazón y la piel. 
Esa misma noche volverían con otro concierto pero después, seguro, la sinfonía de sus cuerpos volvería aparecer. Solo faltaba que vuelvan las notas, que solo se tomaban un descanso de pocas horas. Los dioses del Olimpo los están esperando, en estas tierras donde ellos escribieron la historia.

Teatro de Epidavros